5 tips para sobrevivir al desajuste emocional del año nuevo


Todavía no son las 12:00 y solo de pensar en las doce uvas, ya me atraganté. Eso de comer una uva por segundo es de lo más extremo que he hecho.

Antes, cada diciembre caía sobre mis hombros como un reloj de arena con las expectativas por los cielos pero, con el tiempo, mi dinámica para sobrevivir a las fiestas decembrinas y a los vientos invernales, ha cambiado (y seguro lo seguirá haciendo). Y por si algo te hace sentido, te la comparto: 

1 No compares tu año con el de nadie más 

Puede que este punto lo hayas leído o escuchado más de una vez y es que parece muy obvio, pero prefiero sonar repetitiva a omitirlo y que alguien por ahí todavía caiga en la trampa de las comparaciones. Sé que a veces es complicado no hacerlo, sobre todo cuando las metas que nos fijamos en diciembre nos quedaron más lejos y otros las alcanzaron aparentemente sin dificultad. Pero aunque suene a cliché, si algo no sucedió en el momento que lo queríamos, es porque simplemente no era nuestro momento. Y no, el problema no es la meta, no se trata de cambiar o abandonar nuestros sueños, sino de optar por otra ruta o transformar la estrategia para alcanzarlos (y si podemos disfrutar el proceso, mucho mejor). 

Quizá sea mucho pedir, pero trata de ser paciente y constante. Eres completamente capaz de llegar a donde tú quieras y estarás ahí cuando menos lo imagines.

2 Date más crédito

De la mano de las comparaciones viene el síndrome del impostor y aunque no solo ocurre en año nuevo, es en esta época cuando más vulnerabilidad sentimos ante las autocríticas. Piénsalo, lo justo es empezar a ser empáticos frente al espejo, en este año que termina lograste mucho. Empieza por reconocer tus aciertos más pequeños porque son todo menos insignificantes. 

Además, no olvides que lo material no lo es todo. Si aprendiste a decir "no", ¡felicidades! si sacaste de tu vida a esa persona que te quitaba más de lo que te daba, ¡felicidades! Trata de concentrarte en lo positivo, porque sí, lo hubo. 

3 Evita cargar con pesos ajenos 

En las celebraciones de año nuevo es común escuchar brindis que se convierten en discursos de lamento por los pleitos familiares, porque no se logró tal o cual cosa en conjunto, porque se esperaba más de cierta persona o por mil razones más que terminan haciendo la celebración un acto de catarsis pasivo-agresiva. Y aunque se entiende que el año pudo no ser el mejor para todos, tú tienes el derecho de sentirte feliz por tu año si así lo quieres. No es egoísmo, es autocuidado. Ya sea en voz alta o internamente, brinda por ti. Brinda por lo que aprendiste, por lo que soltaste, por lo que te hizo sonreír y por lo bueno que te espera los próximos 365 días. 

4 Que tus propósitos sean motivo de emoción y no de presión

Seguro ya has pensado en tus propósitos de año nuevo y entre ellos quizá estén algunos ya clásicos que tienen que ver con el físico y lo económico. No está mal que vayan inclinados hacia allá, pero te sugiero que no lo tomes como algo que debes hacer sí o sí, o terminarás en frustración a la primera falla que tengas. Los propósitos de año nuevo deberían sacar lo mejor de nosotros y dejarnos un buen sabor de boca mientras hacemos todo por cumplirlos, pero no tendrían porque causarnos tensión que a la larga podría hacernos sentir decepcionados de nosotros mismos. 

A final de cuentas se trata de metas que fijamos porque, en teoría, alcanzarlas nos hará felices, pero personalmente felices, no de la felicidad que existe solo para cumplir con determinados estándares.

Quizá este año quieras transformar tus propósitos de lo tangible a lo intangible que, a la larga, te permitiría alcanzar lo primero con más determinación. Por ejemplo:

- Ser más empática(o) frente al espejo 

- Ponerme como prioridad, incluso sobre mis familiares 

- Confiar en mi instinto 

- Darme permiso de sentir, para bien o para mal, pero no reprimirme 

- Poner límites, incluso a mis amistades y familiares 

5 Agradece-te 

Hace tiempo me dijeron que no debería responder "de nada" cuando alguien me dice "gracias" porque eso, en el lenguaje del Universo, se traduce en un rechazo hacia lo bueno que me llega. Me parece un poco drástico, pero entiendo que el asunto de manifestar y decretar, y todos los 'ar', va de la mano. No me encanta la idea de dejarle todo al Universo o a las fuerzas místicas en las que creas, aunque tampoco diré que si queremos algo por arte de magia pasará; lo que sí pienso es que cada paso que damos para alcanzar lo que nos proponemos deberíamos agradecerlo, es decir, agradecernos por ese esfuerzo, por ese valentía, por esa constancia. Porque sé que no soy la única que tiene días en los que es casi imposible levantarse, así que merecemos esas autopalmaditas en la espalda de vez en cuando. 

Y claro, agradecer a quienes nos acompañan en todo lo anterior, también debería ser algo de todos los días. 


¿Ya tienes listas las uvas, la maleta para salir corriendo a la calle, el plato con la carta escrita para romperlo con fuerza? Sea como sea, que no se te olvide brindar por TI. ¡Feliz y resiliente 2024!


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