¿Todavía se usan los blogs?



No estoy muy segura de qué tan en tendencia sigue el tema de los blogs, qué tanto se producen y consumen. La realidad es que conozco a una sola persona que tiene y lee blogs, o quizá es la única persona que conozco que comparte ese hobby fuera del internet y resulta que yo soy la que está out.

Siempre quise tener uno, pero nunca supe aterrizar acerca de qué quería escribir. Como buena escritora frustrada o de clóset (como me autonombro para sentirme menos mal), tuve mis etapas de cuentista, novelista, ensayista y un largo etcétera hasta que di con el periodismo y después con la redacción creativa para básicamente vender productos, experiencias y servicios varios. Pero hoy, mientras actualizaba mi portafolio como copywriter, pensé ¿por qué no retomo el asunto del blog? Solo han pasado 14 años desde la primera vez que lo soñé y la diferencia fue que ahora el tema se me presentó claramente: estilo de vida. 

Pero ¿yo?, ¿una simple mortal clasemediera (aunque para el Inegi esté más cerca de la pobreza extrema que de la clase media) escribiendo sobre estilo de vida? Si más que vivir lo que hago es sobrevivir. Y ya sé, el estilo de vida es diferente para cada quien, pero siendo prácticos, lo primero que viene a nuestra mente con este concepto es el contenido de un influencer, entiéndase fotos de cada platillo que come, selfies en cada lugar que visita, encuadres aesthetic para un vaso de café y tal vez sus mañanas fitness o reseñas de todo lo que estrena. 

Y es que, aunque a veces caigo en la práctica de "presumir" (que dicho sea de paso, no tiene nada de malo) el plato recién servido, la copa en el bar o la vista desde el airbnb, también tengo bastante que compartir sobre mi andar siendo para algunos ni millennial ni centennial, sino una veinteañera más que quedó en el limbo generacional y que como Hanna Montana tiene lo mejor de dos mundos entre el cambio de siglo y el salto tecnológico.

E irremediablemente ante la hostil economía mexicana, la abstracción de las relaciones humanas, las interminables e impagables terapias, los 30 respirándome en la nuca y la nostalgia a todo lo que da ahora soy "superviviente, sí, ¡maldita sea!": una chica del 95 escribiendo un blog.

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