Tener casi 30, ser coquetas y ¿prósperas?

Hace un par de días fui a celebrar un cumpleaños. Éramos nueve personas la mayoría nacidas entre el 95 y el 97, y en cuanto nos sentamos a la mesa con papas, vampiros y guacamole al centro, la cosa se volvió un grupo de autoayuda que bien podría llamarse "Desilusionadas del ámbito laboral viviendo en la total resignación.com". Me pareció que yo era la que tenía más trayectoria en el mundo de ganar dinero a cambio de mi alma y quizá por eso era quien más "optimismo" trataba de aportar a la conversación. Y decirme optimista está totalmente fuera de mi zona de confort, pero es que últimamente me aferro a eso para no caer en las garras de la completa decepción. 

Pero no piensen en mí como una optimista tóxica, me valgo más de repetir una y otra vez: "una lloradita y a chingarle". Decir algo más tal vez sería caer en discursos forzados. Porque la realidad es que para todos los que estábamos ahí (y gran parte de nuestra generación), la cosa pinta difícil. No sé si serán mis años en múltiples empleos con jefes de todo tipo, las tambaleantes condiciones laborales y los ambientes alta y hasta violentamente competitivos, o simplemente mi bolsa de papel invisible para respirar cada que siento que no puedo más. El punto es que yo quería animarles porque después de todo ¡estábamos ahí para celebrar la vida!  

Solo que la vida también es esto: Todos en esa mesa pasamos por la universidad y únicamente una tercera parte ejercemos nuestra profesión, no porque los demás no quieran hacerlo, sino porque lo intentaron y se toparon con una montaña inmensa de abusos, explotación, escenarios hostiles y desesperanza por doquier. Claro que no todos estaban pasando por la calle de la amargura, pero todos reconocían y comprendían la situación. 

En mi caso ejerzo porque he tenido una mezcla de suerte, buenas amistades y contactos, y claro no me voy a quitar crédito también algo habré hecho bien. Pero que tenga este privilegio no significa que sea EL PRIVILEGIO. Ahora sí que hasta entre privilegios hay niveles. Hoy en México conseguir un trabajo aunque sea mal pagado y sin prestaciones, para muchos gremios se ha convertido en una batalla campal. Y el lodazal por el que atravesamos para conseguirlo muchas veces nos consume; la salud física y mental se quedan atascadas mientras como podemos salimos a flote y mañana —frase de chicas del 50— "Dios proveerá" (lo han pensado, no lo nieguen).

El caso es que, mientras nos quitamos el lodo para seguir caminando, recomiendo ampliamente la bolsa de papel. Pese a que me lo he cuestionado muchísimas veces, sigo aquí. Pese a que he visto a más de un amigo quedarse atorado en el fango y desistir, y aterrarme por eso, yo sigo aquí. Y hasta que sea así prefiero pensar que es por y para algo bueno (o al menos para comer pastel en los cumpleaños). Después de todo, ya casi "tendremos 30, seremos coquetas y prósperas". Mito o realidad, es una linda idea para imprimir en la bolsa.



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